Y si alguna esposa tiene esposo no creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone.
Y si una mujer tiene un esposo que no es creyente, y él consiente en vivir con ella, que no se divorcie de él.
Del mismo modo, si una mujer de la iglesia está casada con un hombre que no sea cristiano, pero él quiere seguir viviendo con ella, tampoco deben separarse.
Y si una mujer tiene marido que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone.
Y la mujer que tiene marido no creyente, y él consiente en habitar con ella, no lo deje.