Queridos hijos, no amemos de palabra ni de labios para afuera, sino con hechos y de verdad.
Hijos míos, no debemos limitarnos a decir que amamos, sino que debemos demostrarlo por medio de lo que hacemos.
Hijos míos, no amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad.
Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.