Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Si alguien reconoce que Jesucristo es el Hijo de Dios, queda íntimamente unido a Dios, como si fuera una sola persona con él.
Quien confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.
Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.