La reina de Sabá se quedó atónita al ver la sabiduría de Salomón y el palacio que él había construido, los manjares de su mesa, los asientos que ocupaban sus funcionarios, el servicio y la ropa de los camareros, las bebidas, y los *holocaustos que ofrecía en el templo[1] del Señor.
La reina quedó maravillada al ver lo sabio que era Salomón. También tuvo tiempo para admirar la hermosura del palacio, la rica comida que servían a la mesa, los asientos que ocupaban los asistentes, el aspecto y la ropa de todos los sirvientes y, en especial, la de los que servían el vino al rey. Se asombró al ver todos los animales que el rey daba como ofrenda en el templo de Dios.
Cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón y la casa que había edificado,
Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,
Y cuando la reina de Seba vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,