Al día siguiente madrugaron, y sucedió que al tiempo de la aurora Samuel llamó a Saúl que estaba en la azotea, y le dijo: —Levántate para que te despida. Saúl se levantó, y salieron ambos, él y Samuel.
Al amanecer, a la hora de levantarse, Samuel habló con Saúl en ese mismo lugar: ¡Levántate! le dijo; ya debes partir. Saúl se levantó, y salieron de la casa juntos.
Al día siguiente, por la mañana, Samuel subió a la azotea y le dijo a Saúl: «Levántate ya, que tienes que regresar a tu casa». Saúl se levantó y salió de la casa con Samuel. Cuando ya iban a salir de la ciudad,
y se acostó. Cuando apuntó el alba, llamó Samuel a Saúl en el terrado y le dijo: «Levántate, que voy a despedirte.» Se levantó Saúl y salieron ambos afuera, Samuel y Saúl.
Al otro día madrugaron; y al despuntar el alba, Samuel llamó a Saúl, que estaba en el terrado, y dijo: Levántate, para que te despida. Luego se levantó Saúl, y salieron ambos, él y Samuel.
Y al siguiente día madrugaron; y como al despuntar el alba, Samuel llamó a Saúl, que estaba en el terrado; y dijo: Levántate, para que te despida. Se levantó luego Saúl, y salieron fuera ambos, él y Samuel.