El criado volvió a responder a Saúl y dijo: —He aquí, tengo en mi poder la cuarta parte de un siclo de plata. Se lo daré al hombre de Dios para que nos indique nuestro camino.
Aquí tengo casi tres gramos[1] de plata respondió el criado. Se los puedo dar al hombre de Dios para que nos indique el camino.
El sirviente le dijo: —Yo traigo una monedita de plata, que pesa como tres gramos. Se la daré a ese hombre para que nos diga dónde encontrar las burras.
Replicó el criado y dijo a Saúl: «Es el caso que tengo en mi poder un cuarto de siclo de plata; se lo daré al hombre de Dios y nos orientará sobre nuestro viaje.»
Entonces volvió el criado a responder a Saúl, diciendo: He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; esto daré al varón de Dios, para que nos declare nuestro camino.
Entonces tornó el criado a responder a Saúl, diciendo: He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata; esto daré al varón de Dios, porque nos declare nuestro camino.