Pues nuestra exhortación no procedía de error ni de motivos impuros, ni fue con engaño.
Nuestra predicación no se origina en el error ni en malas intenciones, ni procura engañar a nadie.
Y cuando la anunciamos, dijimos siempre la verdad: nuestras intenciones eran buenas y no tratamos de engañar a nadie.
Nuestra exhortación no procede del error, ni de la impureza ni con engaño,
Porque nuestra exhortación no procedió de error ni de impureza, ni fue por engaño,
Porque nuestra exhortación no fue de error ni de impureza, ni por engaño;