Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
Porque el Señor y el Espíritu son uno mismo, y donde está el Espíritu del Señor hay libertad. Y nosotros no tenemos ningún velo que nos cubra la cara. Somos como un espejo que refleja la grandeza del Señor, quien cambia nuestra vida. Gracias a la acción de su Espíritu en nosotros, cada vez nos parecemos más a él.
Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad.
Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.