Porque nuestra momentánea y leve tribulación produce para nosotros un eterno peso de gloria más que incomparable;
Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento.
Las dificultades que tenemos son pequeñas, y no van a durar siempre. Pero, gracias a ellas, Dios nos llenará de la gloria que dura para siempre: una gloria grande y maravillosa.
En efecto, la leve tribulación de un momento nos produce, sobre toda medida, un pesado caudal de gloria eterna,
Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria;
Porque nuestra leve aflicción, la cual es momentánea, produce en nosotros un inmensurable y eterno peso de gloria;