El rey de Israel respondió a Josafat: —Todavía hay un hombre por medio del cual podríamos consultar a Jehovah; pero yo le aborrezco, porque no me profetiza el bien, sino el mal, todos sus días. Es Micaías hijo de Imla. Josafat respondió: —No hable así el rey.
El rey de Israel le respondió: Todavía hay alguien por medio de quien podemos consultar al Señor, pero me cae muy mal porque nunca me profetiza nada bueno; sólo me anuncia desastres. Se trata de Micaías hijo de Imlá. No digas eso replicó Josafat.
El rey de Israel le respondió: —Hay un profeta al que podemos consultar. Se llama Micaías, y es hijo de Imlá. Pero yo lo odio porque nunca me anuncia cosas buenas, sino siempre cosas malas. Josafat le dijo: —No digas eso.
Respondió el rey de Israel a Josafat: «Queda todavía un hombre por quien podríamos consultar a Yahveh, pero yo le aborrezco, pues nunca me profetiza el bien, sino el mal. Es Miqueas, hijo de Yimlá.» A lo que respondió Josafat: «No hable el rey así.»
Y el rey de Israel respondio a Josafat: Aun hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a Jehová: mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es Micaías, hijo de Imla. Y respondio Josafat: No hable así el rey.
Y el rey de Israel respondió a Josafat: Aun hay aquí un hombre por el cual podemos preguntar a Jehová; mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza cosa buena, sino siempre mal. Este es Micaías, hijo de Imla. Y respondió Josafat: No hable así el rey.