A ellos les ha ocurrido lo del acertado proverbio: El perro se volvió a su propio vómito; y 'la puerca lavada, a revolcarse en el cieno'.
En su caso ha sucedido lo que acertadamente afirman estos proverbios: 'El perro vuelve a su vómito',* y 'la puerca lavada, a revolcarse en el lodo'.
Así, esas personas demuestran la verdad del dicho: «El perro vuelve a su vómito», y también la verdad de este otro: «El cerdo recién bañado vuelve a revolcarse en el lodo».
Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.
Pero les ha acontecido lo del verdadero proverbio: El perro volvió a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el cieno.