Entonces dijo a Guejazi, su criado: —Llama a esta sunamita. Cuando la llamó, ella se presentó delante de él;
Luego le dijo a su criado Guiezi: Llama a la señora.[2] El criado así lo hizo, y ella se presentó.
Luego le dijo a su sirviente Guehazí: —Esta señora se ha preocupado mucho por nosotros, pregúntale qué podemos hacer por ella. Pregúntale también si quiere que le hablemos bien de ella al rey o al jefe del ejército. Cuando el sirviente de Eliseo se lo preguntó, la mujer contestó: —No me falta nada; vivo tranquila entre mi gente. Cuando Eliseo le preguntó a su sirviente qué podían hacer por ella, Guehazí contestó: —Bueno, ella no tiene hijos y su marido es anciano. Entonces Eliseo le dijo: —Llámala. El sirviente la llamó, y cuando ella llegó, se quedó en la puerta.
Dijo él a Guejazí su criado: «Llama a esta sunamita.» La llamó y ella se detuvo ante él.
Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y cuando la llamó, vino ella delante de él.
Entonces dijo a Giezi su criado: Llama a esta sunamita. Y como él la llamó, ella se presentó delante de él.