Sucedió que cuando el rey oyó las palabras de la mujer, rasgó sus vestiduras y pasaba así por el muro. Entonces el pueblo miró, y he aquí que debajo llevaba cilicio sobre su cuerpo.
Al oír la queja de la mujer, el rey se rasgó las vestiduras. Luego reanudó su recorrido por la muralla, y la gente pudo ver que bajo su túnica real iba vestido de luto.
Cuando el rey escuchó lo que dijo la mujer, se enojó tanto que rompió su ropa, y como estaba sobre el muro, la gente pudo ver que llevaba puesta ropa áspera.
Cuando el rey oyó las palabras de la mujer desgarró sus vestidos; como pasaba sobre la muralla, el pueblo vio que llevaba sayal a raíz de su carne.
Cuando el rey oyó las palabras de aquella mujer, rasgó sus vestidos, y pasó así por el muro; y el pueblo vio el cilicio que traía interiormente sobre su cuerpo.
Y como el rey oyó las palabras de aquella mujer, rasgó sus vestidos, y pasó así por el muro: y llegó a ver el pueblo el saco que traía interiormente sobre su carne.