El rey cubrió su cara y clamó en alta voz: —¡Hijo mío Absalón! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!
Pero el rey, cubriéndose la cara, seguía gritando a voz en cuello: '¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Ay, Absalón, hijo mío, hijo mío!'
Mientras tanto, el rey David se cubría la cara, y a gritos lloraba diciendo: «¡Absalón, hijo mío! ¡Absalón, hijo mío!»
Y aquel día fue entrando el ejército a escondidas en la ciudad, como cuando va a escondidas un ejército que huye avergonzado de la batalla.
Mas el rey, cubierto el rostro, clamaba en alta voz: ¡Hijo mío Absalón, Absalón, hijo mío, hijo mío!
Mas el rey, cubierto el rostro, clamaba en alta voz: ¡Hijo mío Absalón, Absalón, hijo mío, hijo mío!