Dios es mi peña; en él me refugiaré. El es mi escudo, el poder de mi liberación, mi baluarte, mi refugio y mi salvador. Tú me salvas de la violencia.
es mi Dios, el peñasco en que me refugio. Es mi escudo, el poder que me salva,[1] ¡mi más alto escondite! Él es mi protector y mi salvador. ¡Tú me salvaste de la violencia!
Me proteges como un escudo, y me salvas con tu poder. ¡Tú eres mi más alto escondite!
mi Dios, la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi refugio, mi salvador que me salva de la violencia.
Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; Mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste.
Dios de mi roca, en él confiaré: Mi escudo, y el cuerno de mi salvación, mi fortaleza alta y mi refugio; Mi salvador, tú me libras de violencia.