Por esta razón, te vuelvo a recordar que avives el don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.
Por eso te recomiendo que avives la llama del don de Dios que recibiste cuando te impuse las manos.
Por eso te recomiendo que no dejes de usar esa capacidad especial que Dios te dio cuando puse mis manos sobre tu cabeza.
Por esto te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.
Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.
Por lo cual te aconsejo que avives el don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.