Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Porque el Espíritu de Dios no nos hace cobardes. Al contrario, nos da poder para amar a los demás, y nos fortalece para que podamos vivir una buena vida cristiana.
Porque no nos dio el Señor a nosotros un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de templanza.
Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
Porque no nos ha dado Dios el espíritu de temor, sino de poder, y de amor, y de templanza.