Nada me produce más alegría que oír que mis hijos practican la verdad.
Nada me alegra más que saber que mis hijos obedecen siempre a la verdad que Dios nos ha enseñado.
No experimento alegría mayor que oír que mis hijos viven según la verdad.
No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.
No tengo mayor gozo que el oír que mis hijos andan en la verdad.