Y oí una voz del cielo que decía: 'Escribe: ¡Bienaventurados los muertos que de aquí en adelante mueren en el Señor!' 'Sí,' dice el Espíritu, 'para que descansen de sus arduos trabajos; pues sus obras les seguirán.'
Entonces oí una voz del cielo, que decía: 'Escribe: Dichosos los que de ahora en adelante mueren en el Señor.' 'Sí --dice el Espíritu--, ellos descansarán de sus fatigosas tareas, pues sus obras los acompañan.'
Entonces oí una voz del cielo, que me decía: «Escribe esto: “¡Dios bendecirá a los que de ahora en adelante mueran unidos al Señor Jesucristo!”» Y el Espíritu de Dios dice: «Así es, porque ellos descansarán de todos sus sufrimientos y dificultades, pues Dios los premiará por todo el bien que han hecho.»
Luego oí una voz que decía desde el cielo: «Escribe: Dichosos los muertos que mueren en el Señor. Desde ahora, sí - dice el Espíritu -, que descansen de sus fatigas, porque sus obras los acompañan.»
Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.
Y oí una voz del cielo que me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, porque descansan de sus trabajos; pero sus obras con ellos continúan.