Y salió otro caballo, rojo. Al que estaba montado sobre él, le fue dado poder para quitar la paz de la tierra y para que se matasen unos a otros. Y le fue dada una gran espada.
En eso salió otro caballo, de color rojo encendido. Al jinete se le entregó una gran espada; se le permitió quitar la paz de la tierra y hacer que sus habitantes se mataran unos a otros.
Salió entonces un caballo rojizo. Y Dios le dio permiso al jinete de acabar con la paz del mundo, y de hacer que unos a otros se mataran. Y le dieron una gran espada.
Entonces salió otro caballo, rojo; al que lo montaba se le concedió quitar de la tierra la paz para que se degollaran unos a otros; se le dio una espada grande.
Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.
Y salió otro caballo, bermejo; y al que estaba sentado sobre él, le fue dado poder de quitar la paz de la tierra, y que se matasen unos a otros; y le fue dada una grande espada.