hasta que raye el alba, y huyan las sombras. ¡Vuelve, oh amado mío! Sé semejante al venado o al cervatillo sobre los montes de las especias. Cantares 3
Antes de que el día despunte y se desvanezcan las sombras, regresa a mí, amado mío. Corre como un venado, como un cervatillo por colinas escarpadas.[1]
Regresa a mí, amado mío, mientras sopla todavía la brisa de la tarde, y las sombras van cayendo. ¡Corre como un venado! ¡Corre como cabrito por las colinas que nos separan!
Antes que sople la brisa del día y se huyan las sombras, vuelve, sé semejante, amado mío, a una gacela o a un joven cervatillo por los montes de Béter.
/nHasta que apunte el día, y huyan las sombras, /nVuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o como el cervatillo /nSobre los montes de Beter.
Hasta que apunte el día, y huyan las sombras, vuélvete, amado mío; sé semejante al corzo, o al cervatillo, Sobre los montes de Beter.