Daniel respondió en presencia del rey diciendo: —El misterio sobre el cual el rey pregunta, ni los sabios, ni los encantadores, ni los magos, ni los adivinos lo pueden declarar al rey.
A esto Daniel respondió: No hay ningún sabio ni hechicero, ni mago o adivino, que pueda explicarle a Su Majestad el misterio que le preocupa.
Y Daniel le contestó: —No hay ningún sabio ni adivino capaz de adivinar lo que Su Majestad quiere saber.
Daniel tomó la palabra en presencia del rey y dijo: «El misterio que el rey quiere saber, no hay sabios, adivinos, magos ni astrólogos que lo puedan revelar al rey;
Daniel respondió delante del rey, diciendo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos ni adivinos lo pueden revelar al rey.
Daniel respondió delante del rey, y dijo: El misterio que el rey demanda, ni sabios, ni astrólogos, ni magos, ni adivinos lo pueden enseñar al rey.