Entonces el rey Nabucodonosor se alarmó y se levantó apresuradamente. Y habló a sus altos oficiales y dijo: —¿No echamos a tres hombres atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: —Es cierto, oh rey.
En ese momento Nabucodonosor se puso de pie, y sorprendido les preguntó a sus consejeros: ¿Acaso no eran tres los hombres que atamos y arrojamos al fuego? Así es, Su Majestad le respondieron.
Cuando Nabucodonosor vio esto, se levantó rápidamente y les preguntó a sus consejeros: —Me parece que los jóvenes que echamos al horno eran tres, y los tres estaban atados. —Así es —respondieron los consejeros.
Entonces el rey Nabucodonosor, estupefacto, se levantó a toda prisa y preguntó a sus consejeros: «¿No hemos echado nosotros al fuego a estos tres hombres atados?» Respondieron ellos: «Indudablemente, oh rey.»
Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó apresuradamente y dijo a los de su consejo: ¿No echaron a tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron al rey: Es verdad, oh rey.
Entonces el rey Nabucodonosor se espantó, y se levantó de prisa, y habló, y dijo a los de su consejo: ¿No echaron tres varones atados dentro del fuego? Ellos respondieron y dijeron al rey: Es verdad, oh rey.