Entonces el rey se levantó al amanecer, al rayar el alba, y fue apresuradamente al foso de los leones.
Tan pronto como amaneció, se levantó y fue al foso de los leones.
En cuanto amaneció, el rey se levantó y fue enseguida a la cueva donde habían echado a Daniel.
Después el rey volvió a su palacio y pasó la noche en ayuno; no dejó que le trajeran concubinas y el sueño huyó de él.
El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue apresuradamente al foso de los leones.
El rey, por tanto, se levantó muy de mañana, y fue aprisa al foso de los leones: