Cuando se acercó al foso, llamó a voces a Daniel, con tono entristecido. El rey habló y dijo a Daniel: —¡Oh Daniel, siervo del Dios viviente! Tu Dios, a quien tú continuamente rindes culto, ¿te ha podido librar de los leones?
Ya cerca, lleno de ansiedad gritó: Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien siempre sirves, salvarte de los leones?
Cuando estuvo cerca de la cueva, se puso muy triste y gritó: —¡Daniel, tú siempre has adorado al Dios de la vida! ¿Pudo tu Dios salvarte de los leones?
Al amanecer, al rayar el alba, el rey se levantó y se dirigió a toda prisa al foso de los leones.
Y acercándose al foso llamó a voces a Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?
Y llegándose cerca del foso llamó a voces a Daniel con voz triste; y hablando el rey dijo a Daniel: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves ¿te ha podido librar de los leones?