Vale más reprensión de sabios que lisonja de necios.
Más vale una reprensión de sabios que una alabanza de tontos.
Más vale oír reproche de sabio, que oír alabanza de necios.
Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción de los necios.
Mejor es oír la reprensión del sabio, que la canción de los necios.