Las palabras del sabio, oídas con sosiego, son mejores que el grito del que gobierna entre los necios.
Más se atiende a las palabras tranquilas de los sabios que a los gritos del jefe de los necios.
pues se oyen mejor las suaves palabras de los sabios que los gritos del más grande de los tontos.
Mejor se oyen las palabras sosegadas de los sabios que los gritos del soberano de los necios.
Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que el clamor del señor entre los necios.
Las palabras del sabio dichas en quietud son oídas, más que los gritos del que gobierna entre los necios.