Mardoqueo estaba sentado junto a la puerta real cuando las jóvenes vírgenes eran reunidas por segunda vez.
Mientras se reunía a un segundo grupo de vírgenes, Mardoqueo permanecía sentado a la puerta del rey.
Ester obedecía a Mardoqueo desde niña, y aún continuaba haciéndolo. Nadie sabía de qué familia ni de qué raza era ella, porque Mardoqueo le había ordenado no decirlo. Un día, mientras las jóvenes se reunían en la otra sección de la casa de las mujeres, Mardoqueo se sentó a la entrada del palacio real
Cuando Ester pasó, como las otras jóvenes, al segundo harén,
Cuando las vírgenes eran reunidas la segunda vez, Mardoqueo estaba sentado a la puerta del rey.
Y cuando fueron reunidas las vírgenes la segunda vez, Mardoqueo estaba sentado a la puerta del rey.