Yo, por mi parte, mediante la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios.
Para la ley estoy muerto, y lo estoy por causa de la ley misma. Sin embargo, ¡ahora vivo para Dios!
En efecto, yo por la ley he muerto a la ley, a fin de vivir para Dios: con Cristo estoy crucificado:
Porque yo por la ley soy muerto para la ley, a fin de vivir para Dios.
Porque yo por la ley soy muerto a la ley, a fin de que viva para Dios.