Cuando los camellos acabaron de beber, el hombre le obsequió un pendiente de oro que pesaba medio siclo y dos brazaletes de oro para sus brazos, que pesaban diez siclos.
Cuando los camellos terminaron de beber, el criado tomó un anillo de oro que pesaba seis gramos, y se lo puso a la joven en la nariz;[2] también le colocó en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos,[3] y le preguntó:
Cuando los camellos acabaron de beber, el mayordomo puso en la nariz de Rebeca un anillo de oro que pesaba seis gramos. Además, le puso en los brazos dos pulseras de oro que pesaban más de cien gramos.
En cuanto los camellos acabaron de beber, tomó el hombre un anillo de oro de medio siclo de peso, que colocó en la nariz de la joven, y un par de brazaletes de diez siclos de oro en sus brazos,
Y cuando los camellos acabaron de beber, le dio el hombre un pendiente de oro que pesaba medio siclo, y dos brazaletes que pesaban diez,
Y fue que como los camellos acabaron de beber, le presentó el hombre un pendiente de oro que pesaba medio siclo, y dos brazaletes que pesaban diez: