De día me consumía el calor, y de noche me moría de frío, y ni dormir podía.
Los veinte años que viví en tu casa los pasé en las peores condiciones: ahogándome de calor en el día, y muriéndome de frío en la noche, ¡y hasta el sueño se me iba! Catorce años trabajé para ti por tus dos hijas, y seis años por tus rebaños, ¡y más de una vez me rebajaste el sueldo!
Estaba yo que de día me devoraba el resistero, y de noche la helada, mientras huía el sueño de mis ojos.
De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño huía de mis ojos.
De día me consumía el calor, y de noche la helada, y el sueño se huía de mis ojos.