Cuando Rubén escuchó esto, intentó librarlo de las garras de sus hermanos, así que les propuso: No lo matemos.
Al oír esto, Rubén trató de librar a José de sus hermanos, para luego llevárselo a su padre. Por eso les dijo: «No está bien que lo matemos. ¿Para qué matarlo? Si quieren, échenlo en este pozo del desierto; ¡pero no le hagan daño!»
Rubén lo oyó y le libró de sus manos. Dijo: «No atentemos contra su vida.»
Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos.
Y como Rubén oyó esto, lo libró de sus manos y dijo: No lo matemos.