No tengan miedo les contestó José. ¿Puedo acaso tomar el lugar de Dios?
Sin embargo, José los tranquilizó, y con mucho cariño les dijo: —No tengan miedo, que yo no soy Dios. Ustedes quisieron hacerme daño, pero Dios cambió todo para bien. Ustedes han visto ya lo que ha sucedido: Dios ha dejado con vida a mucha gente. Así que no tengan miedo. Yo voy a cuidar de ustedes y de sus hijos.
Replicóles José: «No temáis, ¿estoy yo acaso en vez de Dios?
Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?
Y les respondió José: No temáis: ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?