Horadaste con tus flechas la cabeza de los que me dispersaron, de los que acometieron para dispersarme, de los que se regocijan en devorar encubiertamente al pobre.
Con tu lanza les partiste la cabeza a sus guerreros, que enfurecidos querían dispersarme, que con placer arrogante se lanzaron contra mí, como quien se lanza contra un pobre indefenso.[3]
Sus orgullosos jinetes nos atacaron con la furia de una tempestad; querían dispersarnos y destruirnos, pues no podíamos defendernos. ¡Pero tú los mataste con sus propias flechas!
Traspasas con tus dardos la cabeza de sus nobles que se lanzaban para dispersarnos con su estrépito, como si fuesen a devorar al desdichado en su escondrijo.
/nHoradaste con sus propios dardos las cabezas de sus guerreros, /nQue como tempestad acometieron para dispersarme, /nCuyo regocijo era como para devorar al pobre encubiertamente.
Horadaste con sus propias varas las cabezas de sus villas, Que como tempestad acometieron para dispersarme; Su regocijo era como para devorar al pobre encubiertamente.