La voz volvió a él por segunda vez: —Lo que Dios ha purificado, no lo tengas tú por común.
Por segunda vez le insistió la voz: --Lo que Dios ha purificado, tú no lo llames impuro.
Dios le dijo: «Pedro, si yo digo que puedes comer de estos animales, no digas tú que son malos.»
La voz le dijo por segunda vez: «Lo que Dios ha purificado no lo llames tú profano.»
Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.
Y le habló la voz la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común.