Así que después de ayunar, orar e imponerles las manos, los despidieron.
Todos siguieron orando y ayunando; después oraron por Bernabé y Saulo, les pusieron las manos sobre la cabeza, y los despidieron.
Entonces, después de haber ayunado y orado, les impusieron las manos y les enviaron.
Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.
Y habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos, y los enviaron.