Cuando se hizo de día, los magistrados enviaron a los oficiales a decirle: —Suelta a esos hombres.
Al amanecer, los magistrados mandaron a unos guardias al carcelero con esta orden: 'Suelta a esos hombres.'
Por la mañana, los jueces enviaron unos guardias a decirle al carcelero que dejara libres a Pablo y a Silas.
Llegado el día, los pretores enviaron a los lictores a decir al carcelero: «Pon en libertad a esos hombres.»
Cuando fue de día, los magistrados enviaron alguaciles a decir: Suelta a aquellos hombres.
Y cuando fue de día, los magistrados enviaron alguaciles, diciendo: Deja ir a aquellos hombres.