Como no se dejaba convencer, desistimos exclamando: --¡Que se haga la voluntad del Señor!
Hicimos todo lo posible para evitar que Pablo fuera a Jerusalén, pero él no quiso escucharnos. Así que dijimos: «¡Señor Jesús, enséñanos a hacer lo que nos ordenas!»
Como no se dejaba convencer, dejamos de insistir y dijimos: «Hágase la voluntad del Señor.»
Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.
Y como no le pudimos persuadir, desistimos, diciendo: Hágase la voluntad del Señor.