Cuando los nativos vieron la serpiente colgada de su mano, se decían unos a otros: '¡Seguramente este hombre es homicida, a quien, aunque se haya salvado del mar, la justicia no le deja vivir!'
Al ver la serpiente colgada de la mano de Pablo, los isleños se pusieron a comentar entre sí: 'Sin duda este hombre es un asesino, pues aunque se salvó del mar, la justicia divina no va a consentir que siga con vida.'
Cuando los que vivían en la isla vieron a la serpiente colgada de la mano de Pablo, dijeron: «Este hombre debe ser un asesino porque, aunque se salvó de morir ahogado en el mar, la diosa de la justicia no lo deja vivir.»
Los nativos, cuando vieron el animal colgado de su mano, se dijeron unos a otros: «Este hombre es seguramente un asesino; ha escapado del mar, pero la justicia divina no le deja vivir.»
Cuando los naturales vieron la víbora colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir.
Y como los bárbaros vieron la serpiente venenosa colgando de su mano, se decían unos a otros: Ciertamente este hombre es homicida, a quien, escapado del mar, la justicia no deja vivir.