Un hombre llamado Ananías también vendió una propiedad y, en complicidad con su esposa Safira, se quedó con parte del dinero y puso el resto a disposición de los apóstoles.
Algo muy diferente pasó con un hombre llamado Ananías. Este hombre y su esposa, que se llamaba Safira, se pusieron de acuerdo y vendieron un terreno,
Un hombre llamado Ananías, de acuerdo con su mujer Safira, vendió una propiedad,
Pero cierto hombre llamado Ananías, con Safira su mujer, vendió una heredad,
PERO un varón llamado Ananías, con Safira su esposa, vendió una heredad,