Yo miré, y no había quien ayudase. Me asombré de que no hubiese quien apoyase. Entonces mi propio brazo me salvó; y mi ira, ella me sostuvo.
Miré, pero no hubo quien me ayudara, me asombró que nadie me diera apoyo. Mi propio brazo me dio la victoria; ¡mi propia ira me sostuvo!
Miré, y vi con sorpresa que nadie estaba dispuesto a ayudarme. Fue mi poder el que me dio la victoria;
Miré bien y no había auxiliador; me asombré de que no hubiera quien apoyase. Así que me salvó mi propio brazo, y fue mi furia la que me sostuvo.
Miré, y no había quien ayudara, y me maravillé que no hubiera quien sustentase; y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira.
Y miré y no había quien ayudará, y me maravillé que no hubiera quien sustentase: y me salvó mi brazo, y me sostuvo mi ira.