No hay quien invoque tu nombre ni se despierte para asirse de ti. Ciertamente escondiste tu rostro de nosotros y nos has entregado al poder de nuestras iniquidades.
Nadie invoca tu nombre, ni se esfuerza por aferrarse a ti. y nos has entregado[2] en poder de nuestras iniquidades.
No hay nadie que te adore ni haga nada para apoyarse en ti. Somos unos malvados; por eso te has escondido y nos has abandonado.
Pues bien, Yahveh, tú eres nuestro Padre. Nosotros la arcilla, y tú nuestro alfarero, la hechura de tus manos todos nosotros.
Nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para apoyarse en ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.
Y nadie hay que invoque tu nombre, que se despierte para asirse de ti; por lo cual escondiste de nosotros tu rostro, y nos dejaste marchitar en poder de nuestras maldades.