Sus nobles envían a sus sirvientes por agua; van a las cisternas y no hallan agua. Regresan con los cántaros vacíos. Son avergonzados y afrentados, y cubren sus cabezas.
Los nobles mandan por agua a sus siervos, y éstos van a las cisternas, pero no la encuentran. Avergonzados y confundidos, vuelven con sus cántaros vacíos y agarrándose[1] la cabeza.
Los gobernantes piden agua, y sus sirvientes van a buscarla, pero los pozos están secos. Confundidos y llenos de vergüenza se agarran la cabeza, pues regresan con sus baldes vacíos.
Sus nobles mandaban a los pequeños por agua: llegaban a los aljibes y no la encontraban; volvían con sus cántaros vacíos. Quedaban confundidos y avergonzados y se cubrían la cabeza.
Los nobles enviaron sus criados al agua; vinieron a las lagunas, y no hallaron agua; volvieron con sus vasijas vacías; se avergonzaron, se confundieron, y cubrieron sus cabezas.
Y los principales de ellos enviaron sus criados al agua: vinieron a las lagunas, y no hallaron agua: se volvieron con sus vasos vacíos; se avergonzaron, se confundieron, y cubrieron sus cabezas.