No lloréis por un muerto; no os condoláis por él. Llorad amargamente por el que se va, porque jamás regresará ni volverá a ver la tierra donde nació.
No lloren por el que está muerto, ni hagan lamentaciones por él. Lloren más bien por el exiliado, por el que nunca volverá ni verá más la tierra en que nació.
”No lloren ni se pongan tristes por la muerte del rey Josías. Lloren más bien por su hijo Salum que será llevado a otro país. Allí lo tratarán como esclavo, y nunca más volverá a ver la tierra donde nació”. »Y yo declaro que Salum nunca más volverá a ver este país, pues morirá en el lugar al que será llevado». Y así sucedió. Tiempo después, tras la muerte de su padre Josías, Salum llegó a ser rey de Judá, pero se lo llevaron a Babilonia.
No lloréis al muerto ni plañáis por él: llorad, llorad por el que se va, porque jamás volverá ni verá su patria.
No lloréis al muerto, ni de él os condoláis; llorad amargamente por el que se va, porque no volverá jamás, ni verá la tierra donde nació.
No lloréis al muerto, ni de él os condolezcáis: llorad amargamente por el que va; porque no volverá jamás, ni verá la tierra donde nació.