Y sucedió que cuando llegaron al centro de la ciudad, Ismael hijo de Netanías y los hombres que estaban con él los degollaron y los echaron en la cisterna.
Pero no habían llegado al centro de la ciudad cuando Ismael hijo de Netanías y sus secuaces los mataron y los arrojaron en una cisterna.
Pero antes de que llegaran al centro de la ciudad, Ismael y sus hombres comenzaron a matarlos, y los iban arrojando en un pozo seco. Ese pozo había sido construido por el rey Asá de Judá, para defenderse de los ataques del rey Baasá de Israel. En ese mismo pozo habían arrojado el cadáver de Guedalías. El pozo ya se estaba llenando de cadáveres, cuando diez de los ochenta hombres le rogaron a Ismael: —¡No nos mates! ¡En el campo tenemos escondido mucho trigo, cebada, aceite y miel! Ismael los dejó con vida,
Y así que hubieron entrado dentro de la ciudad, Ismael, hijo de Netanías, los degolló con la ayuda de sus hombres, y los echó dentro de una cisterna.
Y cuando llegaron dentro de la ciudad, Ismael hijo de Netanías los degolló, y los echó dentro de una cisterna, él y los hombres que con él estaban.
Y fue que cuando llegaron al medio de la ciudad, Ismael hijo de Netanías los degolló, y los echó en medio de un aljibe, él y los hombres que con él estaban.