'Mi queja sigue siendo amarga; gimo bajo el peso de su mano.[1]
«A pesar de todo lo dicho, y de lo amargo de mis quejas, Dios me sigue castigando.
Todavía mi queja es una rebelión; su mano pesa sobre mi gemido.
Hoy también hablaré con amargura; /nPorque es más grave mi llaga que mi gemido.
Hoy también hablaré con amargura; Porque es más grave mi llaga que mi gemido.