Ante Dios, queda el *sepulcro al descubierto; nada hay que oculte a este *destructor.
De Dios nadie puede esconderse, ni siquiera la muerte destructora.
Ante él, el Seol está al desnudo, la Perdición al descubierto.
El Seol está descubierto delante de él, y el Abadón no tiene cobertura.
El sepulcro está descubierto delante de él, y el infierno no tiene cobertura.