Cuando los oídos me oían, me llamaban: '¡Dichoso!' Cuando los ojos me veían, daban testimonio en mi favor.
Los que me oían, hablaban bien de mí; los que me veían, me alababan.
Los que me escuchaban no dejaban de felicitarme.
Oído que lo oía me llamaba feliz, ojo que lo veía se hacía mi testigo.
Los oídos que me oían me llamaban bienaventurado, /nY los ojos que me veían me daban testimonio,
Cuando los oídos que me oían, me llamaban bienaventurado, y los ojos que me veían, me daban testimonio: