¿Quién se atreve a abrir el abismo de sus fauces, coronadas de terribles colmillos?
No hay quien se atreva a abrirle el enorme hocico para ver sus filosos colmillos.
En su cuello se asienta la fuerza, y ante él cunde el espanto.
¿Quién abrirá las puertas de su rostro? /nLas hileras de sus dientes espantan.
¿Quién abrirá las puertas de su rostro? Las hileras de sus dientes espantan.