Aconteció después de la muerte de Moisés, siervo de Jehovah, que Jehovah habló a Josué hijo de Nun, ayudante de Moisés, diciendo: —Mi siervo Moisés ha muerto. Ahora, levántate, pasa el Jordán tú con todo este pueblo, a la tierra que yo doy a los hijos de Israel.
Nunca se aparte de tu boca este libro de la Ley; más bien, medita en él de día y de noche, para que guardes y cumplas todo lo que está escrito en él. Así tendrás éxito, y todo te saldrá bien. ¿No te he mandado que te esfuerces y seas valiente? No temas ni desmayes, porque Jehovah tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.
Ahora pues, temed a Jehovah. Servidle con integridad y con fidelidad. Quitad de en medio los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del Río y en Egipto, y servid a Jehovah. Pero si os parece mal servir a Jehovah, escogeos hoy a quién sirváis: si a los dioses a los cuales servían vuestros padres cuando estaban al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis. Pero yo y mi casa serviremos a Jehovah.